Veo demasiados problemas y errores en la descripción de la youtuber Roxana Kreimer en su video sobre el socialismo y el comunismo. [Este texto es una copia mejorada de los comentarios que dejé en su canal]
Sus definiciones de lo que es el socialismo parte de los proyectos o de los modelos ideológicos, y no de una realidad social en sí misma, con lo cual se vuelven inconscientemente deontológicas y recaen en una descripción bastante utópica del socialismo, sin fundamentarse científicamente en las leyes sociales que limitan las posibles formas de organización social, y que en la búsqueda constructivista de experimentos sociales se saltea las verdaderas posibilidades y condiciones de existencia de estos ordenamientos sociales. Ver al respecto La miseria del historicismo de Karl Popper, entre otras obras. Los propios marxistas señalan este problema, aunque también terminan en el algo tramposo recurso de pretender entender cabalmente las posibilidades futuras en ciertas "leyes de la historia" de base hegeliana.
Paso a criticar algunos puntos clave en la definición bastante idealizada del socialismo por parte de Roxana, utilizando varias referencias ya bastante mencionadas en este mismo blog:
[1]
Kreimer, cuando habla de las fases del modo de producción comunista (el de Marx), se refiere a "mercancías", lo cual es un error fundamental. No hay mercancías sin producción "privada e independiente", y precisamente Marx plantea la superación de la sociedad mercantil en cualquier forma, aun entre cooperativas (ver al respecto: "Crítica a la teoría de la superioridad y la neutralidad del mercado" del marxista Duan Zhong Qiao, y "Karl Marx como filósofo de la libertad" del liberal Andrzej Walicki).
También comenta que Lenin llamó socialismo y comunismo a estas dos
fases, lo cual es cierto, pero aunque Lenin aprovechó esta distinción para
hablar de dos "sociedades" distintas, reconocía que en ambos casos se
refería a las dos fases del modo de producción comunista, o sea: (1) sociedad
socialista = primera fase del modo de producción comunista; (2) sociedad
comunista = fase superior del modo de producción comunista. Por otra parte, se
trata en realidad de tres fases: una de transición al comunismo (o sea, la
"dictadura del proletariado" con acciones estatistas y autoritarias respecto al trabajador, admitidas por el
propio Marx como "insuficientes" y hasta "insostenibles" pero necesarias según éste para preparar a una clase obrera inmadura para un
socialismo de clase sin Estado que nunca es descrito claramente), y luego
propiamente las dos fases del comunismo (Lenin fusiona la dictadura del
proletariado con la primera fase del modo de producción comunista o
"socialismo", y así funda el socialismo de Estado.) En cualquier caso,
estas definiciones no tienen mucho sentido sociológico, aunque pretendían
tenerlo. Vale reconocer que Marx directamente no hacía distinción entre términos, por lo cual el
modo de producción comunista también podría llamarse modo de producción
socialista, a falta de un término mejor. Copio aquí un cuadro que puede
encontrarse en Wikipedia, que facilita la comprensión del caos cambiante de
significantes y significados que han ocurrido desde Marx y el marxismo clásico
hasta el marxismo leninista alguna vez oficial:
- Paresh Chattopadhyay, (Introduction and general overview), "The Economic Content of Socialism: Marx vs. Lenin", Review of Radical Political Economics, 1992, vol. 24, nos. 3&4, part 1, pp. 90-91
Etapa Interpretación de Marx previa a Lenin: socialismo = comunismo Interpretación de Marx según Lenin: socialismo ≠ comunismo 1 Transición al modo de producción comunista = Transición al modo de producción socialista Transición al modo de producción comunista = Transición a la secuencia de sociedades socialista y comunista 2 Primera fase del modo de producción comunista = Primera fase del modo de producción socialista Primera fase del modo de producción comunista = sociedad socialista 3 Fase superior del modo de producción comunista = Fase superior del modo de producción socialista Fase superior del modo de producción comunista = sociedad comunista
[2]
Y aquí hay que señalar otros errores y confusiones en la algo caótica
exposición bastante idealista de Kreimer. Para empezar socialismo significa
propiedad de la sociedad como un entero, que sí tiende a únicamente poder ser
representada por el Estado (aunque en los hechos no pueda serlo, como han
demostrado Weber en 1919, Mises en 1920 y Brutzkus en 1921 respecto a la
necesidad de una clase burocrática directiva, de su naturaleza y los problemas
de coordinación económica sin mediación de un sistema monetario mercantil que
sea libre para formar los precios). O sea: la propiedad de los trabajadores no
tiene relación con el socialismo, porque que la sociedad esté compuesta por
trabajadores no dice nada del rol que tengan en dicha sociedad en tanto
organización, y es dicha organización la que pasa a ser colectivamente
propietaria en el "socialismo". Es mucho más lógico relacionar el
socialismo con la propiedad gubernamental (sea a nivel nacional o de cada
empresa), que a los trabajadores. Una sociedad de mercado basado en
cooperativas privadas, o donde se imponga un control "autogestionario" simil de una dirección sindicalizada de la empresa, o bien donde todos los trabajadores fueran accionarios capitalistas,
e incluso una sociedad de farmers y pequeñas producciones familiares industriales como fue Estados Unidos en sus comienzos,
así como el modelo corporativista del distributismo (de Belloc a Röpke) para
asegurar la propiedad privada del trabajador sobre sus herramientas de producción, en fin: cualquier sociedad donde las características de la clase burguesa y obrera se superpongan en una única clase media, debería considerarse entonces, de la misma manera, como socialismo. Y viceversa: dejaría de ser socialista el control directo y colectivo de la producción social sólo porque dicha sociedad no se basara en una igual participación o dirección a sus miembros. Y, si acaso se aceptara una posesión desigual y, a la vez, que el control de la producción no debe ser colectivista, entonces toda sociedad civil capitalista, que como tal es propietaria dispersa de los medios de producción -con independencia de cuanta población es propietaria- sería, por ende, "socialista". No tiene sentido.
Volveré sobre esto más adelante.
Excurso aclaratorio: no estoy afirmando que el socialismo deba reducirse al colectivismo, pero sí afirmo que lo requiere (no ideológicamente, pero sí sociológicamente), sea en forma de planificación o mero dirigismo. Más peculiar es el caso del "colaboracionismo" marxiano original: éste es individualista a la vez que colectivista, y por ende el término "socialismo" o "comunismo" le queda corto: no existe distinción dentro de un mismo agente entre la acción libre y la cooperación planificada, así como se disuelve cualquier disociación, por mínima que pudiera ser, entre el interés egoísta inmediato de cada individuo versus el altruista de ese mismo individuo (en lenguaje de teoría de juegos significa que el óptimo de Nash y el óptimo de Pareto coinciden perfectamente en todas las situaciones), y en su ideario esto opera como una suerte de señal escatológica para descubrir en el futuro el verdadero advenimiento y realización del socialismo/comunismo, al menos en los términos que él consideraba congruentes: una suerte de gran familia de escala gigantesca donde, como bien describe Joseph Cropsey, millones son amigos conocidos y se procuran la realización de sus intereses. En este posteo, pues, deberé dejar un poco de lado la iluminada y sólo aparentemente ingenua coordinación del colaboracionismo marxiano. También, y ya saliendo de la definición marxiana, deberé excluir al comunismo propiamente dicho (en términos sociológicos), que implica un uso común pero una producción individualista. Ya que, por el contrario, el socialismo propiamente dicho (en términos sociológicos), implica un uso particular adjudicado pero una producción colectivista. Para más información ver El socialismo de Émile Durkheim.
Ahora bien, hay un tema que merece continuar con más profundidad este excurso -dirigiéndome especialmente a los cómplices irredimibles del totalitarismo siempre y cuando sea anticapitalista-, y ya no tratará sobre Marx sino sobre, precisamente, su supuesto heredero: Lenin. Veremos claramente la conexión entre la definición sociológica de socialismo del párrafo anterior, y el socialismo de Estado de los partidos comunistas oficiales desde el bolchevismo hasta hoy. No creo que sea coincidencia que Lenin haya adoptado el término "sociedad socialista" para referirse a la "primera fase del modo de producción comunista", ya que, de hecho, ésta es, curiosamente, y a diferencia de lo planteado por Marx, organizada y dirigida por el colectivo estatal y para fines colectivos a su vez (fusionando la dictadura del proletariado con la primera fase del comunismo, y quitándola del período de transición). Todavía más: en la "fase superior del modo de producción comunista", a la cual Lenin decide sí llamar "sociedad comunista", se mantiene la misma estructura jerárquica, centralizada y colectivista de la producción, sólo que con la única diferencia de un cambio en los criterios de distribución de los bienes (esto sí tomado de Marx) y un mero cambio en que el Estado ya no existe porque "no será necesario" por una razón no económica sino cultural, y es que todos obedecerán la organización autoritaria de la economía "voluntariamente" (esto, obviamente, no tomado de Marx). En rigor, esta definición de Estado es falsa: que una institución que monopoliza el uso legítimo de la violencia, no ejerza la violencia porque todos acepten la voluntad política, no significa que no siga presente para ejercerla en caso de que no se obedezca. De hecho, en la "fase superior" de Lenin, dicha organización simplemente deja de necesitar actuar en forma violenta, pero no de existir, ya que, precisamente, es el mismo órgano que dirigía la economía en la "primera fase". Esto implica que la naturaleza de su socialismo no sólo es colectivista, sino además colectivista estatal, y que mantiene toda la forma organizacional del Estado, siendo que lo único que ha cambiado es la obediencia a la supuesta voluntad de la clase obrera encarnada en dicha organización otrora violenta (o en sus patotas para-estatales, como a veces aclara) como forma de dirigir la vida de cada obrero individual. Siendo que la violencia debe retornar a su higiénica labor socializante cada vez que este autoritarismo económico sea desobedecido -cosa que, insisto, Lenin aclara hasta lo vomitivo-, el Estado no habrá desaparecido. Y, en rigor, la violencia tampoco, sólo que, por una suerte de voluntarista utopismo del terror, se espera que todos se someterán sin ella, lo cual claramente puede significar que los trabajadores desobedientes (pocos, muchos, todos) simplemente obedecerán sin ya ofrecer resistencia quebrados totalmente por el miedo a esa violencia.
Como se podrá notar, en Lenin la "dictadura del proletariado" sobre todos los proletarios se extiende a las tres fases, la de "transición" y las dos del "modo de producción comunista": es perenne, ya que vigilar la tentación de "traición" a la clase de querer hacer una contrarrevolución contra la revolución que les impone la dictadura, o bien de desobedecer a dicha dictadura revolucionaria (como vemos, "la revolución" como meta político-ideológica de un partido político impuesta sobre el Estado, se ha convertido en régimen económico y el criterio guía para la organización de su socialismo), es parte misma de su "dictadura del proletariado", que no es otra cosa que el partido comunista genérico encargado de representar al proletariado. Esto es así en tanto la Revolución, ya con mayúsculas, es a la vez su toma del poder como el ejercicio mismo de su poder: la violencia constante sobre el orden social para mantenerlo en su lugar. Es un régimen que no concreta un orden social mediante una revolución violenta, sino que depende de instituirlo revolucionariamente, o sea, violentamente, en forma permanente. Su orden social es un orden político: es edificación diaria mediante la violencia de un orden social. No es una mera represión para mantener dicho orden, sino una reconstrucción constante de un orden artificial que se desmorona como un castillo de naipes en ausencia del famoso Estado socialista (y esto no por una deriva hobbesiana, sino por ausencia del agente que mantiene una economía artificial, política, superestructural). De hecho, la amenaza contrarrevolucionaria es presentada como una curiosa fuerza conspirativa, que a pesar de representar la acción de un enemigo débil, es capaz de sabotearlo todo e infiltrarlo todo y, de tener éxito en su tarea horrenda, acabar con "la causa" de un plumazo. La "causa" de un supuestamente exitoso nuevo "modo de producción comunista" que ha derrocado a un decadente y supuestamente superado "modo de producción capitalista" y que, a la vez, no lo puede superar nunca por culpa de ese mismo sabotaje e infiltración. Para que se entienda, porque parece que no se puede ver lo que implica: todos sus ideólogos, sin excepción, reiteran la amenaza de que este "nuevo modo de producción", de triunfar la contrarrevolución, desaparecerá. Pues bien, de hecho así es: desaparecerá inmediatamente, y reaparecerá, debajo de éste, el orden capitalista que mantenía reprimido... como ha ocurrido en la URSS, en cada uno de los países satélites del Pacto de Varsovia, y más allá (incluso, como en China, con la aprobación del propio PCCh, lo cual no debería sorprender a nadie luego de la NEP ¿no?). Este mismo hecho, esta misma existencia idealizada de una Esparta revolucionaria constante, que los abanderados de Castro y Guevara todavía abrazan en América Latina como un símbolo de liberación, ya debería ser de por sí una excelente razón ¡en los propios términos leninistas! para militar contra la misma. Demuestra ser, sólo con su chekismo y su justificada paranoia, un pueril neo-jacobinismo devenido de estatista en colectivista. Un omnímodo poder político para sostener un sistema económico que, de hecho, no es simplemente frágil, sino que literalmente no existe en sí mismo; no existe como tal. Es per se indefendible esta extraña transición eterna, esta "dictadura del proletariado" que, a diferencia de la prometida por Marx, no termina jamás, que además ya no se extingue con el capitalismo, y que requiere en la definición leninista del Estado obrero, de una violencia sin límite legal alguno, cosa que, otra vez, se sabe dejar bien claro, sirve también para diferenciarlo del Estado burgués, como si fuera un mérito. Para más información al respecto de todas estas contradicciones deliberadas, recomiendo leer Teoría comunista del derecho y el Estado de Hans Kelsen. Ya habiendo contemplado bien claramente su naturaleza política totalitaria, salgamos del largo excurso que ha merecido y volvamos a la cuestión interna del socialismo de Estado bolchevique y leninista, esto es: respecto a sus implicaciones sociológicas y económicas.
Que exista un socialismo de Estado no es una dificultad ontológica (al menos si se
entiende que se trata de la propiedad colectiva de la mera sociedad política),
sino que dicho socialismo de Estado pueda estar en manos de trabajadores sin
propiedad privada y sin independencia frente a una propiedad colectiva respecto
a la cual un control democrático de toda la organización de la producción por
entero (trabajadores incluidos), y por ende de la sociedad y sus individuos, es
casi un imposible (el cuello de botella implícito es enorme) y esto ya se da
incluso en una gran empresa. Por esto, el socialismo implica una coordinación
ex-ante no sólo de las empresas sino de la vida económica-social en que dichas
empresas se integran, cosa que no ocurre en el capitalismo que es un sistema
ex-post y de coordinación espontánea, por lo cual en el socialismo, aun siendo
obrero, los obreros estarían bajo un control colectivo de sus vidas personales
en tanto productores (no se puede deslindar producción de consumo, y si se
planea la producción también deberá planearse el consumo). En este sentido, el
sometimiento a los mandatos de la colectividad por parte de cada obrero
individual no mejora (incluso puede agravarse en su legitimación) si dicha
colectividad se pretende "obrera" porque sea "democrática"
(y viceversa). Lo mismo se aplica a las propiedades impersonales y colectivas:
la participación democrática no representa las voces individuales que hacen
posible la formación de opiniones colectivas, que en la sumatoria serán
generalidades superficiales incapaces de mantener un control directo. Los
problemas de la democracia directa a gran escala, se agravan cuando lo que debe
ser controlado es la dirección ejecutiva constante de toda la economía, y por
ende de la sociedad. Vale reconocer que Marx admite este problema y nunca
propone un socialismo-comunismo político y democrático, lo cual sería llevar la
aporía rousseauniana al extremo, sino por el contrario un modelo donde la
planificación colectiva se ejerce sincrónicamente con la acción totalmente
libre de los individuos asociados sin el sometimiento a ningún comando político
autoritario, sea autocrático o "democrático". Este carácter apolítico
y no democrático ni autocrático del futuro según Marx ya desde sus Manuscritos de economía y filosofía de 1844, es claramente explicado
en el libro Postcapitalismo de Mason. En el texto de Marx titulado Sobre la cuestión judía, este problema de la incompatibilidad entre la ilusión
democrática y la vida del individuo libre, aparece bien clarificado, por el
cual los individuos deben volverse mercaderes atomizados y lo público se vuelve
una abstracción política ajena encarnada en la ficción de la ciudadanía.
Respecto a esta comprensión de la naturaleza individualmente libre de los
agentes económicos dentro del capitalismo, aunque coaccionada por los efectos
de estas mismas decisiones interdependientes, es desarrollada en los Grundrisse
y preludia a la admiración hayekiana por el orden social mercantil, aunque
obviamente con la intención de superarlo integrando sus capacidades en un plan
superior. Estas observaciones de Marx hablan de una madura comprensión del
autor sobre la necesidad de entender las leyes económicas de cada sistema
económico y de los posibles futuros reemplazos del mismo, cosa que Kreimer
parece entender como mera apologética pro-capitalista:
«Dado
que la autonomización del mercado mundial, se acrecienta con el desarrollo de
las relaciones monetarias y que, viceversa, la conexión y la dependencia de
todos en la producción y en el consumo se desarrollan a la par de la
independencia y la indiferencia recíproca de los consumidores y de los
productores, dado que tal contradicción conduce a la crisis, etc., se intenta
suprimir esta enajenación a medida que ella se desarrolla: de allí las listas
de precios corrientes, los cursos cambiarios, la correspondencia comercial,
telegráfica, etc., entre los comerciantes (naturalmente los medios de
información se desarrollan paralelamente), a través de los cuales cada
individuo obtiene informaciones sobre la actividad de todos los demás tratando
de adecuar a ella la suya propia. Vale decir que, si bien la oferta y la
demanda y de todos con respecto a todos, proceden de modo independiente, cada
uno trata de informarse sobre el estado de la oferta y la demanda generales, y
esta información influye a su vez prácticamente sobre ellas. Aunque sobre la
base dada todos estos procedimientos no suprimen la ajenidad, dan lugar no
obstante a relaciones y contactos que entrañan consigo la posibilidad de
suprimir cada situación previa.
Se
dijo y se puede volver a decir que la belleza y la grandeza de este sistema
residen precisamente en este metabolismo material y espiritual, en esta
conexión que se crea naturalmente, en forma independiente del saber y de la
voluntad de los individuos, y que presupone precisamente su indiferencia y su
independencia recíprocas. Y seguramente esta independencia personal es
preferible a la ausencia de relaciones o a nexos locales basados en los
vínculos naturales de consanguinidad, o en las relaciones de señorío y
servidumbre. Es igualmente cierto que los individuos no pueden dominar sus
propias relaciones sociales antes de haberlas creado.» (Karl Marx, Grundrisse,
Siglo XXI, Madrid, 1971, pp. 89-90)
[3]
Kreimer se saltea el modelo leninista y llega directamente a la NEP para luego referirse al sistema estatista de planes quinquenales y metas de producción en adelante. Para más información de las diferencias entre planificación (Lenin) y dirigismo (Stalin y regímenes burocráticos posteriores) dentro de estos socialismos de Estado, conviene leer Alienation and the Soviet Economy de Paul Craig Roberts, entre otros libros del mismo autor. Para entender el modelo propiamente dirigista de la URSS conviene leer a los autores que se han dedicado a estudiarlo y esbozar formas de comprenderlo: "economía de la escasez" a la manera de Kornai, una "economía del desequilibrio" a la manera de Portes, o bien una "economía de almacenamiento" a la manera de Oushakine. En el libro de Ellman aparecen descritas y compiladas varias de estas interpretaciones. El economista y marxista clásico Rolando Astarita ha analizado los problemas de este sistema en ensayos ("¿Qué fue la URSS?", partes 1 y 2) y conferencias (Videocharla en la Universidad Nacional de Quilmes sobre la URSS), que además no ha sido un éxito económico como la historia oficialista de la URSS ha pretendido. Ver, entre otros, el artículo de National Geographic: "El “milagro económico” de la industrialización estalinista", la historia económica y biografía política de Oleg V. Khlevniuk sobre Stalin; ver también el análisis de Escohotado al respecto en su libro Los enemigos del comercio.
Socialismo, además, no significa necesariamente propiedad de los trabajadores, sino de la sociedad y nada más. Que los trabajadores tengan propiedad sobre sus herramientas de producción no excluye que ésta pueda ser privada (si así fuera, casi se podría decir que la propiedad obrera está condenada a ser colectiva, privando de independencia y control personal a los mismos), sea en forma accionaria en grandes empresas o directamente en pequeñas empresas sin necesidad de auto-emplearse. Si todos los trabajadores dispusieran libremente de sus propias herramientas de producción (como solía suceder en las sociedades premodernas más allá de las exacciones impuestas por estamentos guerreros o políticos), entonces habría que hablar de que todas las sociedades precapitalistas fueron "socialistas". Pretender excluir la cuestión del colectivismo de la definición del socialismo es una vieja confusión conceptual, aprovechada para darle un barniz de superioridad frente al capitalismo, además de presumir una visión de izquierda de la sociedad como un orden de intereses de clase contrapuestos, y por ende la presunción no fundamentada de que la participación de los trabajadores en la producción es algo provechoso para éstos.
Comunismo, por otra parte, significa propiedad de la comunidad como un
entero. Puede intercambiarse por socialismo si se reduce socialismo y comunismo
a propiedad colectiva, pero en realidad "sociedad" (Gesellschaft) y
"comunidad" (Gemeinschaft) significan dos formas muy distintas de
organización social, ya que bienes societarios y bienes comunales operan casi
en forma opuesta, y por ende socialismo y comunismo implican dos cosas
totalmente distintas (ver la precisa descripción sociológica de Tönnies y Durkheim).
Marx planteaba un sistema que era un poco de ambos, socialismo y comunismo (ver
el paper de Paul S. Adler al respecto), y aunque la
diferencia terminológica tenía que ver más con una cuestión coyuntural, hay una
gran diferencia entre las posiciones socialistas de una suerte de capitalismo
industrial planificado de Saint-Simon o las posiciones socialistas románticas
de Fourier, respecto de las posiciones comunistas ("groseras" e
"igualitaristas" según Marx) ultra-colectivistas y dirigistas de
Babeuf, que alejaban a este último autor del comunismo real de, por ejemplo, un
monasterio o un kibbutz, y lo acercaban más al comunismo planificado de una
granja colectiva de la URSS.
[4]
Otro problema que veo en la descripción de Kreimer es la idea de que las reformas dirigistas o redistributivas han tenido algo que ver con el miedo a "espontáneas" revoluciones obreras. Esta suerte de omnipotencia voluntarista de las clases dominantes de la sociedad capitalista, ha sido desmitificada incluso por sus motivaciones, por el sociólogo de izquierda Karl Polanyi en su libro La gran transformación (a pesar de algunos errores de interpretación pro-estatistas de este autor, que luego intentó solucionar, ya dentro del estatismo generalizado del "socialismo real", con fórmulas emulatorias del mercado para no caer en el totalitarismo; su mejor libro, aunque más abocado a la historia precapitalista de la humanidad, es El sustento del hombre, en especial con los prólogos de la edición de Mondadori).
Respecto a la teoría de la explotación marxista basada en la teoría del valor y el plusvalor, que Roxana Kreimer da por verdadera sin discusión y sin conocimientos del debate teórico que continúa hasta el día de hoy, creo que es mejor ir a las fuentes. En el debate de habla hispana, hoy hay dos autores importantes dedicados al tema: Rolando Astarita y Juan Ramón Rallo.
Este último ha escrito recientemente un amplio libro al respecto que, aunque pueda señalársele algún que otro error, ha revelado huecos fundamentales en la argumentación marxiana contemporánea para entender la explotación, y también en la del propio Marx (así como incluso en su mala vulgarización, ya señalada por Popper como no propia de Marx, donde los capitalistas aparecen con el "poder" de determinar los salarios, como dice la Kreimer). El libro se llama Anti-Marx y es muy recomendable.
A mis contactos liberales les va a gustar este comentario que
le dejé a Roxana Kreimer (extenso, que tuve que subdividir
en dos) criticando las falacias y mentiras de su último video contra
los índices de libertad económica más conocidos, que son el de Heritage y el
Fraser.
Dejo el comentario acá también. Lo dejo aquí debajo...
[1]
Roxana: me parecen malos argumentos los que hacés, que
codependen de datos erróneos y con el uso de los que considero ya son
demasiados hombres de paja. Estás sacando también las cuestiones de contexto, a
raudales, en particular en las citas. Enumero para fundamentar esto que te
digo:
1) La reducción de lo que llamás "protección
laboral" no significa "falta de un derecho", ya que lo que hace
es crear restricciones en la negociación laboral a ambas partes, no sólo al
empresariado. Si ésto beneficia o no a los trabajadores es otra discusión, pero
no les da mayor libertad, y en Argentina claramente las negociaciones
colectivas no han reducido la pobreza. Chile con un modelo neoliberal ha
llevado a la pobreza a casi un dígito y estuvo hasta hace unos años en la
posición #1 del Índice de Desarrollo Humano de la ONU (PNUD). Las libertades
económicas no son distintas para el empresario, que para el comerciante, el
profesional o el obrero de "cuello azul". El punto es si estas
libertades benefician a todas las partes o no, y es discutible, pero ése es
otro tema. Las libertades mercantiles son para las partes de todo intercambio
de mercado, necesariamente. De hecho, la tesis de Karl Polanyi (un crítico del
liberalismo económico) es, precisamente, que los libertades individuales generan
beneficios individuales con externalidades negativas finalmente mayores incluso
para sus beneficiarios inmediatos, y esto es así para todas las partes,
especialmente los sectores de negocios no protegidos por la competencia, y crea
condiciones que perjudican a clases sociales que codependen entre sí (esta es
la tesis del libro La gran transformación; no se trata de que, como dice
Kreimer, la libertad económica individual sea sólo para algunos y los demás
sólo puedan prosperar a subsidios).
En cualquier caso, lo que intenta probar este tipo de índice
(y lo hace, me temo) es que a mayor cantidad de libertades económicas
mercantiles, en general, la pobreza es más reducida. Tampoco para este índice
hay más libertad cuando hay reducción de los servicios públicos, sino cuando en
vez de sostenerlos con impuestos los mismos dependan del financiamiento
privado.
2) La igualdad de derechos no es problemática: una cosa es
igualdad de derechos de libertad negativa (Berlin) o, sus paralelos derechos de "libertad
de" (Fromm), y otra es la igualdad de derechos de libertad positiva
(Berlin) o sus paralelos derechos de "libertad para" (Fromm). El primero en afirmar que el
liberalismo (y la sociedad liberal en general, o sea la burguesa o capitalista)
es el sistema más coherente basado en la igualdad de derechos, fue
precisamente... oh sorpresa, Karl Marx, de quien te recomiendo leer, para empezar, Sobre la cuestión judía (Editorial Prometeo), donde trata
claramente el tema y que es casi uno de los libros más importantes para
entender la médula de su pensamiento sobre el capital, así como a este respecto Crítica de la economía política de Heinrich. Respecto a las críticas de Gerald Cohen al concepto de
libertad negativa, así como al concepto de "auto-propiedad" del
neocontractualismo lockeano de Robert Nozick, te derivo al propio Sen y al
siguiente paper: Tristan Rogers, "Self-Ownership, World-ownership, and Initial
Acquisition", Libertarian Press, Vol. 2, Art. 36, 2010.
3) Sacás de contexto la cita de Nicolás Cachanosky y no dejás
la respuesta que él mismo da. Y luego pasás a describir la pobreza como una
restricción de libertad en sentido amplio, cuando en realidad los liberales
clásicos (no los liberales privatistas puros, en general
"libertarios") contemplan ambas formas de libertad, la negativa que
es limitada sólo para la coerción (a pesar de la errónea crítica de Cohen) y la
positiva que dependende de la cantidad de recursos que sea posea (cuya protección
depende, sin embargo, de la libertad negativa). Si hablamos propiamente de
libertad de acción con lo propio (sea propio por adquisición inicial o
intercambio), la propiedad y la libertad invidual van de la mano, y la libertad
en el uso de la propiedad también (no en la libertad de acceder propiamente a
las cosas que se vuelven propiedad). Otra vez: estamos girando en círculos si a
cada 10 segundos se confunde libertad negativa con positiva. El punto del
índice Heritage y el de Fraser, es mostrar que la libertad negativa (tanto la
económica, como la jurídica de la cual depende la económica, y a la vez la
jurídica depende de que la económica sea suficiente para dar independencia al
individuo respecto a otros individuos o respecto al Estado ¡cosa que ya
señalaba Marx incluso en los Grundrisse!) genera mayor crecimiento económico y
mayor prosperidad económica. Esta última la podés, si querés, llamar libertad
positiva, pero no es lo mismo pretender que derive de la mejora de tu nivel de
vida por vías de mercado, a que dependa de subsidios; el liberal no desprecia
la libertad positiva, pero no cree que se la pueda convertir exitosamente en un
derecho, e incluso lo considera en gran medida una contradicción teórica con el
mismo concepto de derecho, cosa que... otra vez, también es compartida por
Marx, aunque éste claramente desprecie la idea misma del derecho por otras
razones que no viene al caso explicar acá, pero que en su defensa cabe aclarar
que no son las razones espurias del totalitarismo leninista o "comunista"
oficial desde el bolchevismo.
Pero volviendo al punto: una persona pobre tiene
exactamente las mismas posibilidades de elegir que una persona rica, lo que
tiene es muchas menos cosas para elegir (en cualquier caso no existe un corte
perfecto sociológico o de relaciones de producción entre "pobres" y
"ricos"). El Imperio Romano mostró claramente que se puede vivir bien
e incluso ser rico, siendo un esclavo, y se puede ser un liberto y ser pobre.
Pero, en general, las personas no-libres son esclavizadas y perjudicadas de su
privación de la propiedad (ver Richard Pipes en su libro Propiedad y
libertad), y las personas libres se benefician del intercambio (tanto
civil como mercantil) con otras personas, que es parte de la libertad
individual, que es una libertad política en sentido amplio (no meramente
libertad de expresar opiniones políticas o formar asociaciones con posibilidad
de acceso al gobierno).
Los índices de Heritage y Fraser no excluyen los índices de
pobreza, pero no los confunden con índices de falta de libertad. Por el
contrario, comparan ambos índices para mostrar que la que vos considerás mera
"libertad para los empresarios", beneficia a toda la población.
Incluso autores marxistas reconocen que es en los países capitalistas y no en
los estatistas donde ha mejorado el nivel de vida, pero precisamente se centran
en los problemas que derivan de la pobreza relativa por encima de la absoluta,
ya que para ellos (con razón o sin ella) la pobreza relativa, o sea la
"tasa de desigualdad", es una muestra de la "tasa de
explotación". Pero ése es otro tema, que no tiene relación con la libertad
mercantil. Y otra vez, son los marxistas los primeros en aclarar que la
igualdad de derechos y el intercambio equivalencial o justo en sentido moderno,
es totalmente compatible con la explotación y no a la inversa. Te recomiendo
leer The Marxian Revolutionary Idea de Robert Tucker.
4) Citás a Amartya Sen, pero Sen reconoce que la visión de la
libertad en el sentido de Hayek, y también la apertura económica global en las
críticas de Bauer al tercermundismo, son claves para la prosperidad y el
desarrollo humano. De hecho, el propio Sen prologa a Bauer en su libro From Subsistance to Exchange, que también te recomiendo leer, junto
con el propio libro de Sen, Development As Freedom.
5) Volvés a citar a Nicolás Cachanosky, pero me parece que, o lo sacaste completamente de contexto y no dejaste terminarle el párrafo (quizá como un truco para meterlo en el debate), o bien estás citando a otro autor que lo cita, y estás leyendo erróneamente el comentario de él. Como sea, acá esta la opinión de Nicolás al respecto de lo que mencionás, en el artículo "El libre mercado y la crítica del papa Francisco".
Luego mencionás que es preferible vivir en países que puntúen
alto en seguridad social (estatal) y bajo en libertad económica, como si la
forma de ser más prósperos y acceder a mayor riqueza fuera vía redistribución
estatal. Si tal fuera el caso, se viviría mejor en Cuba (incluso con sus
índices falsificados) que en Chile, pero no es así: https://www.undp.org/es/chile/press-releases/chile-mantiene-primer-lugar-en-desarrollo-humano-en-am%C3%A9rica-latina-y-el-caribe-e-igualdad-de-g%C3%A9nero-es-su-mayor-desaf%C3%ADo
Ah, y Roxana... manifestaciones de militantes estudiantiles
chavistas alineados al Partido Comunista, me temo que no son una prueba en
contra...
[2]
6) Respecto a que la aplicación de las políticas de libre
mercado (1980-2000) no benefician la calidad de vida de la población porque
aumentan la desigualdad, es una falacia. Otra vez: una cosa es la desigualdad
("pobreza relativa") y otra la pobreza en sí ("pobreza
absoluta"). Obviamente la desigualdad genera problemas, pero no el de la
pobreza necesariamente, y de hecho el aumento de la desigualdad en los
comienzos de las reformas liberales ha llevado a descensos en la pobreza, y no
en ascensos. Incluso la desigualdad ha aumentado al inicio pero luego también
se ha retraído, aunque no a los niveles previos a las reformas pro-mercado. Acá
estás manejando mal los datos. Para el final de esta sección, pretendés probar
lo que decís afirmando aquello mismo que tenías que probar, diciendo "no
es razonable atribuir el mérito de la reducción de la pobreza a una posición
política que se caracteriza por su oposición a los medios que contribuyen a ese
logro" [sic]
7) Respecto a que el índice es problemático para establecer
una relación causal entre libertad económica y desarrollo humano, porque
ciertas variables no estarían, según vos, directamente relacionadas con la
libertad económica. Pues bien, estos índices posibilitan al lector la libertad
(valga la redundancia) de elegir qué criterios se desean usar. Excluí aquellos
que te parecen que no tienen que ver con el liberalismo económico (aunque
ciertamente lo tienen con la sociedad burguesa, como la calidad institucional,
las bases jurídicas de la sociedad contractual que son las del Estado de
derecho liberal), y vas a ver que la correlación entre desregulación y
reducción de la pobreza se sigue dando. Y también podrás el punto a favor que
desaprovechaste: el de los países nórdicos.
8) Bueno, justo veo que llegás al momento de hablar de los
países nórdicos! Es cierto que la redistribución del ingreso con el enorme peso
del Estado que genera sobre el PBI, no es incompatible con la mejora del nivel
de vida. Los países nórdicos son una prueba, pero eso lo pueden demostrar los
propios índices de libertad económica que estás denostando!! Fijate en el
índice de Heritage el "Heat Map" eligiendo las opciones "Tax
Burden" y especialmenta la de "Government Spending". Los
liberales van a decir que esos países puntúan bajo en cuanto a carga fiscal,
pero muy muy alto en todos los parámetros (y no sólo en los de
institucionalidad, sino precisamente en aquellos que criticás: desregulación de
los mercados laborales, etc.), y tienen razón. En cualquier caso, podrías,
repito, haber aprovechado la aceptación de este punto, y señalar que, entonces,
la prosperidad económica va ligada a la libertad económica en la mayoría de los
casos, pero precisamente en la cuestión de la distribución del ingreso no parece
ser clave, sino al contrario. Y que las libertades civiles y económicas no se
ponen en riesgo porque haya una gran redistribución del ingreso. Que es cierto
que inflación, control de precios y mercados de trabajo hiperregulados son
deletéreos para el bienestar de la población, pero no ocurre lo mismo con la
carga fiscal para el consumo de los ricos (que no es lo mismo que peso fiscal
sobre el capital, del cual se puede desglosar), y que el peso del Estado en
este punto no es problemático ni para las libertades económicas a nivel
cualitativo, ni para las libertades civiles que dependen de dicha independencia
económica frente al Estado, porque la redistribución del ingreso dentro de
estos límites funcionales al capitalismo muestra que no todo el lucro del empresario
(en tanto consumidor) es necesario para los incentivos a invertir. Y que, por
ende, pueden coexistir puntajes altos en la mayoría de los parámetros, pero que
los puntajes bajos en ciertos criterios de libertad económica casi no
perjudican el bienestar promedio, y mejoran la proporción de la torta que se
llevan las diferentes clases sociales en la puja distributiva. Pero en esta
diatriba anti-liberal clásica, necesariamente terminaste desaprovechando este
punto.
9) El Estado de derecho sí está relacionado con la sociedad
basada en la libertad económica burgusa. Lo que no significa que la correlación
sea directa. Pero pasado cierto límite, la planificación discrecional contra el
mercado (sea bolchevique con un estatismo dirigido, o fascista con un
capitalismo dirigido), es un corolario de la desaparición del Estado de
Derecho, y ya no sólo a la privación autoritaria de garantías constitucionales,
sino a la destrucción totalitaria de las mismas; como detalladamente estudia Ricardo Manuel Rojas al analizar ley por ley el adulterado orden legal totalitario cubano en su
libro Los derechos fundamentales y el orden jurídico e institucional de Cuba, que podés bajar online en PDF. Al respecto, otra vez, te derivo a
Marx en 18 Brumario de Luis Bonaparte, a Hayek en Camino de
servidumbre y, en un punto medio, a Dahl en su libro Democracia:
una guía para los ciudadanos, así como al propio Sen a quien citás.
10) En un momento decís, al hablar de medir la cantidad de
propiedad privada y de propiedad estatal, que no hay ningún país enteramente
socialista (que en la frase estarías asociando a la propiedad estatal) ya que
eso implicaría un control absoluto de los trabajadores sobre los medios de
producción. Ahora bien, estás confundiendo control económico planificado con
propiedad de los trabajadores. Las dos cosas no se dan de la mano. Podría
existir una total privación de los individuos de la libertad económica (con o
sin control estatal), y que dicho control esté en manos de una minoría o de la
clase obrera. La idea de que el control obrero de la producción deben ser un
dirigismo no tiene sentido. Podría ser un sistema cooperativista, o uno incluso
capitalista con obreros auto-empleados. El socialismo alude a la planificación
de la economía, sea en manos de pocos o muchos, y en vez de tener relación con
quiénes son mayormente propietarios, alude a la planificación y el control con
independencia de la propiedad. Si así fuera, cuando los trabajadores
pre-capitalistas eran propietarios de sus herramientas de producción (da igual
si luego eran explotados desde fuera por una nobleza guerrera), tendríamos que
hablar de "socialismo", y en realidad se trataba de todo lo
contrario: meras economías de aldea, de reciprocidad, con una propiedad privada
parcial o con formas burguesas de propiedad dentro de un corporativismo
económico gremial que asegurara la pequeña propiedad y que la competencia no
centralizara la producción industrial ya a fines de la Edad Media. Nada de esto
tiene relación con el socialismo. La forma del ejercicio de la planificación en
manos de muchos no es igual si se trata de un control político centralizado o
colectivista (al cual los propios trabajadores estarían sometidos, y que
difícilmente podría preservar las condiciones de libertad de asociación
política necesarias para una dirección democrática), o si se trata de un
control económico holístico. Un control político autoritario sobre la economía,
da igual que sea democrático o no, o bien sólo democrático para la clase
obrera, porque el sometimiento a tal poder implicará a los electores, y el
cuello de botella dejará siempre semejante poder al gobierno electo. Sobre este
punto te recomiendo dos lecturas: Paresh Chattopadhyay, "La concepción de
Marx y la del bolchevismo temprano sobre el socialismo", Herramienta
Revista, así como Paul S. Adler, "Community and Innovation: From Tönnies
to Marx", Organization Studies, 2015, SAGE Publications.
Y bueno, no sigo porque los demás comentarios que hacés,
algunos más adecuados y otros más inadecuados, son laterales al punto, o
reiterativos. Los medulares te los contesté acá.