Un comentario algo vulgar, breve, de posteo, pero al hueso, escrito todavía a la sombra del poder de los Kirchner y de Verbitsky:
HAY QUE
DECIRLO SIN PELOS EN LA LENGUA:
Sin duda: los fascismos y liberalismos, entendidos como movimientos con modelos de política económica, son opuestos. Pero... tienen en común algo mínimo que es
bueno: la posibilidad de que las empresas, al menos internamente, sean privadas
y operen con una lógica capitalista, cosa que no ocurre en los comunismos oficiales de partido o bolchevismos, o sea: donde operan bajo metas burocráticas, como casi todos los modelos remixados de política económica del marxismo-leninismo (post-"comunismo de guerra" y post-"NEP") y sus derivados del siglo XXI.
Sea que tratemos con en el primer fascismo italiano o con el nacionalsocialista, hablamos de un capitalismo dirigido y proteccionista, usualmente de planes como los cuatrienales de Alemania, y en el
liberalismo se trata de un capitalismo funcionando más o menos normalmente en un mercado
libre.
La diferencia clave con el fascismo genérico, es
que bajo el comunismo genérico hay un estatismo dirigido (de metas de producción como en Cuba y la URSS, o de subsidios cruzados y totalmente caóticos como en
Venezuela), pero a la izquierda oficial no le importa ninguna otra cosa salvo este detalle: ellos quieren a la gente haciendo colas para
recibir una ración de hambre, hospitales sin aspirinas y casas que se caen a
pedazos.
El
kirchnerismo fue y es castrista, no peronista. Perón abrevó en el fascismo y el
nazismo abiertamente, y Castro se sometió al comunismo para luego dirigirlo en la región.
Y esta
gente son comunistas. Punto.
Lo que les
jode es el capitalismo, no otra cosa.
Por eso
para los K y demás chavistas criollos, es lo mismo el fascismo que el liberalismo: porque la libertad les
importa un carajo. Ellos quieren acabar con la propiedad privada, y que todos
seamos empleados del Estado.
Lo que les
molesta del fascismo no es la supresión de muchas libertades burguesas y que
haya totalitarismo: les molesta, como mucho, que ese totalitarismo les impida imponer el
suyo, donde no hay ninguna libertad burguesa porque no hay capitalismo. Y no
proponen ni prometen, como Marx, las mismas libertades por otra vía. No, nada
de nada. Llaman "libertades" y "derechos" a cosas como el
acceso garantizado a la poca comida y poca salud de sus presidiarios. En
cambio, allí donde el alimento y la salud no se subsidia a todos -o sea: fuera
de las prisiones-, la mayoría de la gente tiene infinitamente más comida y
salud por sus propias vías, además de toda una pléyade de bienes de consumo,
gracias a las empresas capitalistas que, valga la redundancia, dependen, para
existir y multiplicarse, de aumentar el espectro y cuantía de sus consumidores.
Ni Marx
proponía abolir la propiedad privada para un igualitarismo de envidiosos y un comunismo grosero como el de los bolches, pero repito: a sus militantes estatistas esto les-chupa-un-huevo. La
izquierda oficial está formada por jacobinos con las ideas claras. Saben bien
que sin capitalismo se cae la existencia de las instituciones burguesas que conforman a las libertades cívicas, al pluralismo partidario, a cualquier representación ideológica de las voluntades de la población y por ende a cualquier posibilidad de una democracia real, o sea: no la chantada de la democracia de partido único
"popular" o bien de una sola clase, la "proletaria".
Ah, y eso
también les jode: los fascistas y nazis al menos son más sinceros en su
carácter totalitario que los comunistas que inventan representaciones
ideológicas automáticas.
No puede
haber democracias en el socialismo de Estado, y lo saben. No es que lo
descubren cuando llegan al poder. Como decía Orwell: "no se hace la
dictadura para salvar la revolución: se hace la revolución para imponer la
dictadura".
Por todo lo
anterior, el liberalismo económico se ha aplicado algunas veces en dictaduras
autocráticas comunes sin liberalismo político, pero nunca al revés: entre los
gobiernos totalmente dirigistas en economía nunca hubo uno democrático sino
todas dictaduras. Y no dictaduras comunes: sino necesariamente totalitarias,
como recordaba Kirkpatrick.
Un
comunista no tiene nada que criticar a un fascista ni a un nazi. No al menos en
nombre de ninguna libertad ni democracia, ni nada que sólo pueda existir en las
sociedades de Estado de derecho liberal. Son iguales en todo a fascistas y
nazis, salvo en un pequeño detalle que los diferencia: ser peores. Por eso su antifascismo
es irrelevante si como consecuencia va a ser funcional a sus dictaduras de
partido único. Y su variante de régimen de partido-Estado es clave: en el
colectivismo del “socialismo de Estado” o “Estado obrero”, ocurre algo muy
distinto de lo que acontece en el corporativismo del “socialismo de clase
media” o “Estado poli-clasista”. Es que, bajo aquél, el comunista, también la propiedad queda
en manos del Partido, y no sólo el Estado. La sociedad civil burguesa deja allí
de estar comandada, como en el fascismo, para ser totalmente oprimida y
transformada en una economía de penitenciaría. Por eso, a este ídolo de leninistas
sádicos y trotskistas masoquistas, el “Estado obrero”, o sea: el Estado
bolchevique subordinado al Partido Comunista, cabría más bien llamarlo “Estado
propietario”.