En este posteo voy a copiar un par de reflexiones propias que, debatiendo con unos amigos, surgieron a propósito de una exposición realizada en la UCA por Christián Carman, un importante académico dedicado a la filosofía e historia de las ciencias. Allí trató el problema de la asimetría de la explicación en la sociología del conocimiento. Frente a un grupo integrado mayormente por estudiantes de su facultad de filosofía, hizo una revisión crítica tanto de la tesis de David Bloor, el programa fuerte en sociología de la ciencia, como de aquellas que se le contraponían. Me parece que parte de la idea era despertar inquietudes filosóficas y hasta sociológicas en quienes en su mayoría probablemente adoptaban un aristotélico-tomismo en una forma esquemática y cerrada que creo él adopta en una forma más lúcida. Sin embargo, estas inquietudes implican necesariamente a aquellos que en una posición opuesta y relativista no recuerden aplicar la misma vara a sí mismos. Y no sólo a ellos. A mi juicio la relevancia de esta disertación es crucial para la comprensión de las cuestiones más profundas sobre la relación entre nuestro pensamiento y nuestra vida.
La temática está muy bien encarada y desarrollada por Carman, pero creo que no en todo momento llega a seguir el desarrollo de su pensamiento en forma consecuente. En cualquier caso, sus reflexiones son lo suficientemente valiosas para que merezcan el pulido de lo que considero son esas rebabas accidentales en su desarrollo. Sé que no es algo sencillo, y sin duda no tengo ni de lejos los mismos estudios que él en estos temas, pero me parece posible. Es interesante notar que, a veces, pensadores acostumbrados a adentrarse con éxito en la complejidad de asuntos
que tratan usualmente, apenas empiezan a percibir el mismo nivel de complejidad cuando se adentran en un
territorio nuevo. Por eso para mí un gran problema es si se pretende darlo por
cerrado tan rápidamente. Nadie entre los presentes notó algo que en su exposición jugaba más a favor del realismo filosófico, o al menos en
contra de un relativismo sociológico, y es esto, en resumen, lo primero que intentaré explicar aquí: que los juicios de los sociólogos
sobre las causas subjetivas de los juicios son válidas en tanto se considere
que podemos diferenciar objetivamente, en nuestra subjetividad, los juicios
verdaderos de los falsos, y para eso, necesariamente, tenemos que poder, como
sujetos, diferenciar las causas objetivas de las subjetivas de nuestros
juicios. Con mucho, el “sociólogo relativista” tendría que cesar cualquier
intento de lograr una futura afirmación, salvo la mera afirmación genérica de
que hay causas externas incognoscibles (no necesariamente sociales: pueden ser
psicológicas) para nuestros juicios. Viceversa, y en segundo lugar, quiero mostrar que hay puntos en la defensa de la posición realista de Carman que adolecen de insuficiencia frente al problema de la capacidad de confirmar o corroborar la validez de las creencias, quedándose implícitamente en una mera tesis escéptica.
Voy, pues, a linkear aquí al video (subido en cuatro partes) de la disertación de Carman y luego haré mis apreciaciones:
Lo que siento que falla en
el atinado análisis de Carman, es que no se
termina de entender si de lo que se trata es de hacer esta doble afirmación:
que (a) una afirmación puede ser objetivamente verdadera (en forma abstracta,
sin que nadie lo sepa) y que (b) las causas de la realización subjetiva del
juicio verdadero pueden ser subjetivas. Si de esto se trata, ok, pero así el
realismo se conserva mientras caemos en un escepticismo sobre el conocimiento
de la realidad. Creo que, en cambio, lo que debería importarnos no es conservar
la noción de que algo puede ser verdadero (hasta ahí vamos bien), sino si acaso
podemos conocer si ese algo es o no es verdadero (lo que no queda tan claro).
De la forma que
se planteó, y por lo que entendí, implicaría esto que no se puede conocer la verdad de
los juicios, ya que ¿cómo se podría, si la causa de los juicios objetivamente
verdaderos son subjetivas y no residen en la verdad de lo juzgado? Obviamente
la objetividad se dará en un sujeto, y por ende es subjetiva, pero de lo que se
trata es de si eso acaso implica que la causa de esa misma subjetividad sea
meramente subjetiva a su vez, y no resida en la verdad objetiva de alguna
forma. ¿Qué genera el juicio verdadero y cómo podemos diferenciarlo del falso?
Las causas subjetivas, externas al juicio, a lo sumo podrían ser las que
condicionen la existencia de que la verdad cause o no tal o cual juicio. Pero
si estas causas subjetivas generan la relación entre el sujeto y la proposición
que afirma, y no hay nada que la subjetividad pueda percibir diferente entre lo
verdadero y lo falso, pues entonces no caemos en el relativismo (con suerte),
pero sí en el escepticismo.
Voy a analizar diferentes segmentos temporales del video, empezando por explicaciones que da al final. Me
parece, por ejemplo, que el momento más interesante de la última cuarta parte de la
exposición, se da entre 3:37 y 5:03, a la cual ayuda la pregunta de una
estudiante y donde se resalta el problema de la conclusión a la que Christián llega.
Voy a intentar, entonces, sin mucho rigor ni método, inventar, para facilitarme la demostración del
complejo asunto que se trata, una notación simbólica. Así más o menos voy a
poder representar los conceptos expresados (por favor no confundirse: no estoy
haciendo lógica de predicados, sino armando un engendro que me facilita las
cosas). Creo que así se podrá notar lo problemático del planteo.
Denominemos “Jv”
y “Jf” a los juicios verdaderos y juicios falsos, a la verdad o falsedad
afirmable sobre cualquier x cosa, al sujeto y su subjetividad “S”. Y finalmente
“P” a la proposición, siendo “P [Jv]” la suma de “P” y “Jv”, o sea: una
proposición basada en un juicio verdadero, y viceversa en caso de “P [Jf]”.
Para decir que un sujeto por causa x opina algo verdadero diré “S[Rx]→P[Jv]”, y
si es falso diré “S[Rx]→P[Jf]”
En 3:37 lo que
expresa es que es posible que “S[Ro]→P[Jv]” y que no es posible “S[Ro]→P[Jf]”,
o sea, que meramente, en principio “P[Jf]”.
En 3:40 lo que
dice es que sólo “S[Ro]→P[Jv]” y que sólo “S[Rs]→P[Jf]”
En 3:50 lo que
dice es que no sólo “S[Rs]→P[Jf]” sino que además “S[Rs]→P[Jv]” + “P [Ro→Jv]”… sin
implicar “S[Ro]→P[Jv]”, que es lo que la chica inmediatamente pregunta.
En 4:22 lo que
contesta en respuesta a la estudiante muestra el nudo del problema y cómo
todavía no se ha desatado. Le responde, si mi traducción es correcta, que, de
hecho, siempre el sujeto vive como objetivas sus propias razones: “S[Rs{Ro→Jv}]→P[Jx]” (entre corchetes pongo cómo operan sus razones subjetivas, esto es: que
el sujeto cree que las razones objetivas aducidas son la verdadera razón de sus
juicios verdaderos sobre cualquier proposición). Inmediatamente Carman le dice
que le parece que ella lo que le preguntó es que “P1[Ro→Jv{S2[Rs]→P2[Jx]}]”,
que es algo muy distinto y sería que: es objetivo que hay juicios subjetivos. Luego
le dice, contestando realmente a la pregunta de la chica, que las razones
objetivas puede que tengan un papel importante: “S[Ro]→P[Jv]”, También se puede
entender que Carman quiso decir “S[Ro]→S[Rs]→P[Jv]”, o sea, que hay razones
objetivas para la causa subjetiva del juicio.
Se nota que, de
cualquiera de las dos formas, Carman nota el problema. Afirma que a veces sí
sucede que las razones objetivas cumplen un papel. Pero esto, a mi juicio, para
tener alguna utilidad argumental, debería ser válido en todos los casos, y de
ser así, todos los juicios serían verdaderos, y sería imposible, por ejemplo,
que “S[Rx]→P[Jf]” (todas las opiniones distintas y contradictorias, o sea,
todos los juicios serían verdaderos).
Enseguida en
4:49 suaviza la posición y dice que S[Rs+Ro]→P[Jv] (a diferencia
del caso de la falsedad donde sólo se daría “S[Rs]→P[Jf]”). Al hacer esto se
está pateando el problema para adelante, ya que no está separando territorios
entre la sociología y la lógica, sino reintroduciendo por la ventana la
asimetría que había sacado por la puerta, ya que con esta solución, los juicios
verdaderos son tales porque, en el sujeto, sus causas subjetivas no integran el
100% sino una porción de la cual se deduce una cantidad reservada a la verdad,
lo que resumido sería algo como: “si el juicio es verdadero tiene que haber una
causa verdadera en la subjetividad de quien lo realiza”. Obviamente esto haría
fácil poder diferenciarlo ¿pero cómo?
Esto nos remonta
a un comentario anterior, parcialmente errado a mi parecer, en el que se afirma
que si los juicios falsos tienen causas subjetivas, luego sería adecuado o
correcto apelar a las causas subjetivas para probar la falsedad del juicio.
Esto estaría mal. Sólamente sería correcto decir que si sólo los juicios falsos tienen causas subjetivas, luego sería correcto apelar a las causas subjetivas para probar la falsedad del juicio. Por tanto se podría permitir una asimetría parcial que no impliciaría habilitar la falacia genética: que los juicios falsos puedan tener razones subjetivas pero no objetivas, y que los juicios verdaderos puedan tener razones subjetivas y objetivas. No es mi posición, pero vale la pena mencionar este detalle. Analicémoslo un poco más antes de continuar con el resto de este artículo. Ya desde el vamos todo juicio tiene condiciones subjetivas de
existencia, y por eso para probar que estas condiciones son a la vez causas no
sería suficiente afirmar que existen en tanto condiciones, sino que habría que primero y antes negar
cualquier posible razón objetiva al juicio y luego deducir que aquellas condiciones
subjetivas actúan a manera de únicas causas. No sólo no bastaría afirmar que existen razones subjetivas para afirmar la falsedad del juicio, sino que no bastaría afirmar que ésta es la única causa existente. Si el juicio realizado puede tener causas objetivas válidas, poco importa que sea producto de causas subjetivas. Ejemplo: yo podría decir que “Juan
cree que E=mc2 porque sus padres eran físicos”, pero como el “porqué” no lo podría probar jamás, afirmaría entonces que puedo probar que no existía ninguna razón
objetiva en Juan para afirmar que E=mc2 y así demostrar que son sus padres
físicos la causa subjetiva de su creencia, pero que no sólo esta causa podría ser suficiente para su creencia (por supuesto se puede afirmar
que los padres físicos otorgaron a Juan su conocimiento y así la posibilidad de
afirmar, por razones no subjetivas, que E=mc2, pero eso sería un tema aparte). En resumen, se podría mantener
cierta asimetría parcial sin caer en la legitimación de la falacia ad hominem o mejor llamada falacia
genética. No es una falacia es afirmar que porque se
excluyen razones objetivas, entonces quien las cree es epistémicamente ciego y
no puede distinguir su carácter de verdad o falsedad. Afirmar, en cambio, que
por eso el enunciado es falso, eso sí sigue siendo una falacia, pero eso exigiría afirmar no que existan razones subjetivas, como en el caso de la falacia genética, sino que sólo puedan existir razones subjetivas o, lo que es lo mismo, no puedan existir razones objetivas para la creencia. Pero para demostrar eso no bastaría afirmar la existencia de razones subjetivas. Si la tesis de la asimetría que Carman critica es la que afirma que “los enunciados falsos sólo tienen causas subjetivas”, entonces se equivocaría en su crítica ya que la misma no implicaría caer en la falacia genética. Si la tesis de la asimetría que Carman critica es la que afirma que “sólo los enunciados falsos tienen causas subjetivas”, entonces no se equivocaría en su crítica ya que dicha asimetría sí exigiría caer en la falacia genética.
Ahora bien, continuemos, ya que desde este punto podemos ver por dónde anda el meollo del asunto: ¿qué diferencia la lógica de quien, motivado en su creencia por
causas subjetivas, afirma una verdad, de la lógica de aquél que motivado en su
creencia por causas subjetivas, afirma una falsedad? Ya que acá está el gran
problema si se quiere mantener al conocimiento y al análisis sociológico del
conocimiento en dos terrenos distintos: hay un paso que son las causas
subjetivas (sociales o psicológicas o culturales o políticas o geográficas,
whatever) y un segundo paso que es el proceso de percepción y análisis lógico,
cuya variación es la única forma de que esas causas subjetivas operen en una
forma específica en un sujeto y en otro. Pero, al hacer eso, estamos pudiendo
analizar la sociedad y la verdad en dos instancias distintas, lo que implica
que siempre es la verdad la causa de los juicios verdaderos, y que, de alguna
manera, la falsedad (por un error o por la falta de algún elemento verdadero en
el proceso, o de su mala organización) lleva a la falsedad. Ergo, las causas
subjetivas no son más que causas sociales o psicológicas cuya interactuación
complejísima llevan más o menos al error o a la verdad en el juicio, pero que
no bastan para probar la verdad o la falsedad sino que, por el contrario, sólo
se pueden juzgar como favorecedoras o no de los juicios verdaderos, remitiendo
a un análisis lógico cuya verdad podamos percibir directamente, y que por ende
pueda comunicarse y universalizarse (si es que las premisas necesarias pueden
obtenerse en forma no arbitraria).
Como intento
replantear aquí, sólo así se puede solucionar el dilema: complementar el “programa fuerte en metafísica de Santo Tomás” con el “programa fuerte en sociología de Bloor”. ¿Cómo? Partiendo de la salvedad de que
no hay causas subjetivas directas ni para caer en el error ni para el acierto (salvo que adoptemos una creencia con independencia de su validez intrínseca, racional o sensible o de fe, sino por sí misma por costumbre), pero reconociendo que sí hay causas subjetivas
para que dispongamos de herramientas más o menos adecuadas para que luego acertemos o erremos, (o para que elijamos abocarnos a unas creencias por sobre otras, lo cuál nos lleve al error o a un acierto limitado por restricción del contexto). Y esto no significa que alguien pueda afirmar tener
la verdad con plena seguridad, lo que implicaría que sería omnisciente, y por ende
sólo debe esperar que el otro le de la razón mostrándole los mismos
procedimientos, poniendo a prueba a su vez la propia certeza. Así, para
estudiar la relación entre estas causas y las creencias del sujeto deberá
pasarse por el pensamiento, la percepción, la conceptualización y la
interacción lógica de los conceptos. Tal vez por este camino se pueda salir del
enredo que implica la superposición de causas subjetivas y objetivas en un
mismo sujeto, considerando que ambos grupos de causas deben tratarse en niveles o capas diferentes.
Compararé
entonces las diferentes posiciones mencionadas en el video de Carman dentro de
un cuadro que puede facilitar su comprensión, y le agregaré mi solución. Espero
con esta traducción simbólica no estar adulterándolas por simplificación, ni
confundiendo alguna.
P [Jv]
|
P [Jf]
|
|
Aquinate
S [Ro] → P [Jv]
S
[Ro] → P [Jf]
|
S
[Ro{Ro→Jv}]
→
P [Jv]
|
S
[Ro{Ro→Jv}I]
→
P [Jf]
|
Bloor
S [Rs] → P [Jx¿v?]
S
[Rs] → P [Jx¿f?]
|
S
[Rs{Ro→Jv}]
→
P [Jx]
|
S
[Rs{Ro→Jv}]
→
P [Jx]
|
Verneaux
S
[Ro] → P [Jv]
S
[¬Rx] → P [Jf]
|
S
[Ro{Ro→Jv}]
→
P [Jv]
|
S
[¬Rx{¿?→Jv}E]
→
P [Jf]
|
Carman
S
[Rs+Ro] → P [Jv]
S
[Rs¿+RoI?] → P [Jf]
P=P
[Co→Jv]
P≠P
[¬Co→Jf]
|
S
[Rs{Ro→Jv}]
→
P [Co→Jv]
…y
a veces:
S
[Ro{Ro→Jv}]
→
P [Co→Jv]
|
S
[Rs{Ro→Jv}]
→
P [¬Co→Jf]
…y pareciera que
casi no existe esta opción:
S [Ro{Ro→Jv}I]
→ P [¬Co→Jf]
|
:o)
S
[Rs] → S [RoI+] → P [Jv]
S
[Rs] → S [RoI-] → P [Jf]
P=P
[Co→Jv]
P≠P
[¬Co→Jf]
|
S
[Rs{Jv}]
→
S [Ro{Ro→Jv}I+]
→
P [Co→Jv]
|
S
[Rs{Jv}]
→
S [Ro{Ro→Jv}I-]
→
P [¬Co→Jf]
|
Dato:
Carman en el ejemplo de la corbata muestra que a veces “S
[Ro{Ro→Jv}E] → P [Ro→Jv]”
S: Sujeto
P: Proposición
Jv: Juicio verdadero
Jf: Juicio falso
S […]: Objetivamente por qué S cree P
S [R{…}]: Objetivamente lo que subjetivamente S cree (por razones obj. ó subj.) de “objetivamente
por qué S cree P”
P […]: Objetivamente por qué P
|
Co: Causas o razones objetivas
para algo
Ro: Razones obj. p/ creer
verdad algo v ó f
Rs: Razones subj. p/ creer
verdad algo v ó f
I: Incompletitud
I+: Incompletitud no-contextual
I-: Incompletitud no-suficiente
E: Error
¿?: Me quedó la duda de qué se
dijo
|
Por otra parte, y ya como una nota a pie de página, me gustaría dejar un comentario sobre la cuestión religiosa. Creo, personalmente, que no está mal fundamentar racionalmente la fe, pero me parece que es un gran error pretender fundar los contenidos de la misma, con seguridad, directamente sobre la razón o la percepción. En realidad, esto no sólo se aplica a las doctrinas religiosas sino también a las doctrinas científicas que solemos englobar en esa hipóstasis llamada “la ciencia”.