Hace casi dos meses me topé con un video sorprendente, que a pesar de las ficciones propias del sesgo progresista de su autora, reconoce que la utopía cuasi marcuseana, compulsivamente socioliberal (a la vez liberal y socialista), ultramoderna de Suecia, es una distopía. Se trata de una reseña al documental La teoría sueca del amor, que en realidad es más bien una suerte de resumen del mismo, y que para lograrse ha debido pasar por cierta digestión resignada y una aceptación encomiable de la crítica a la ingeniería social sueca. En el video se admite, implícitamente y con cierto rechinar de dientes ideológicos, que la cosmovisión feminista es un autoengaño (superado tarde) para las mujeres, y un engaño (descubierto temprano) para los varones. Pero, lo más interesante, a mi juicio, es que la cuestión develada va mucho más allá de lo que desde 1972 se ha impuesto en Suecia por vías artificiales, y que el resto del mundo ha gradualmente engendrado espontáneamente desde hace mucho más.
Ahora bien, prefiero no extenderme en explicaciones para aclarar el contexto, y derivar directamente al video del documental, primero, y luego al video de esta youtuber que hizo la reseña que menciono. Ambos son, simultáneamente, y de una forma u otra, la base para extender la que creo es la explicación correcta del problema, yendo un poco más hondo que lo que lo han hecho tanto uno como el otro, y que no será otra cosa que un "patchwork" de los comentarios que he dejado en grupos de chat con amigos.
Dicho esto, pasaré primero los videos aquí. Aconsejo verlos antes de seguir con el posteo:
Muy bien. Dando por sentado que se ha visto ambos, dejaré un comentario breve sobre el último, y es, dicho en pocas palabras, algo gracioso, y entristecedor, ver cómo a los liberal-progresistas les cuesta entender por qué falla el individualismo social en lo personal, y cómo a los liberal-conservadores les cuesta entender por qué falla el individualismo social en lo económico. Incluso terminan confundiendo el bienestar material con el problema, como si no fuera la forma de realizarse en la sociedad burguesa la que genera la paradoja de la libre elección (privada e independiente, y en tal sentido libre realmente en un sentido (de libertad negativa), aunque alienada, y en otro sentido (de libertad positiva), absolutamente no-libre, respecto a la creación de las condiciones sociales donde se puede ejercer la libertad; condiciones que los individuos no pueden generar libremente por agregación, y que les preceden, de la misma forma que las condiciones de la razón son ajenas a la misma. Cualquier tradicionalista, marxista o conocedor de la game theory les podría explicar el porqué en segundos.
El problema de Suecia es cultural porque es social, y no a la inversa, y esto es así precisamente porque se realizó para todos el sueño burgués. No es el del país nórdico un individualismo desesperado y de sobrevivientes, sino aquel que se engendra cuando todos llegan a realizar la "libertad de" como "libertad para" (y los que no pueden, con asistencia social). Es la panacea del último hombre. Tiene lo peor del liberalismo en lo personal (lo contractualista), y lo peor del socialismo en lo económico (lo positivista). Excurso aclaratorio: me refiero a la definición amplia de socialismo como planificación, no al estatismo. Se podría decir que el socialismo de propiedades estatales es la versión brutalista del progresismo, mientras que la sueca sería la minimalista. Y no hay que confundir liberalismo con laissez faire, ni laissez faire con capitalismo, y obviamente, cerrando el círculo, tampoco hay que confundir capitalismo con liberalismo (aunque esta cosmovisión moderna sea indefectiblemente trunca, tanto como sus pares, la socialista y la nacionalista, y no pueda realizarse a nivel práctico si no es sobre un suelo burgués, burocrático y secularizado). De la misma forma, no hay que confundir socialismo con dirigismo, ni dirigismo con estatismo, y otra vez, cerrando otro círculo, tampoco hay que confundir estatismo con socialismo. Obviamente dejo aparte el ideario, digámosle así, "transmoderno", de un Marx, que va más allá del socialismo y del comunismo (en su precisa acepción sociológica), y obviamente también del liberalismo y del privatismo, así como del nacionalismo (estatal, moderno) y del globalismo, de los cuales pretende ser una superación, mientras que en sentido inverso la doctrina social católica, llevada hasta su posición más coherente, implica un ideario antimoderno que, por la vía del rechazo, también se sale de todas estas categorías.
Pero no nos distraigamos y volvamos a Suecia: porqué le cuesta a tanta gente, incluida la chica de este canal en el que hizo la reseña al documental, entender la paradoja de que la libertad para elegir relaciones lleve no a crear relaciones mejores sino peores, y finalmente a evadirlas o, todavía peor, hacerlas imposibles. Los que apoyan la intención del modelo sueco, todavía desean que el individualismo y la independencia personal sea algo garantizado (o sea, incluso sin que necesariamente medie enteramente el mercado al producir cuando uno produce, de forma que no haya pobreza que fuerce a depender de otras personas cercanas en la vida personal), pero olvidando que la base de la sociedad es la que conforma las "bases para", hace posible y hasta compele, a ese individualismo e independencia personal desde el nivel de la subsistencia. El modelo sueco atenúa la relación de intercambio en el mercado, para garantizar el poder de negociación en el mismo, pero con el fin no de escapar realmente de él sino, por el contrario, de radicalizarlo: que el "do ut des" pueda ser llevado desde la producción y el consumo de bienes, a todas las restantes relaciones humanas. Es el aburguesamiento cultural, no sólo garantizado a todos (como en cualquier welfare-warfare state que se precie de serlo), sino fomentado incluso más allá del que ya surge automáticamente de la particular forma burguesa de enriquecerse y de consumir la riqueza. Es una suerte de socioliberalismo extremo.
Los ideólogos del modelo sueco critican del capitalismo, no su propia naturaleza, sino, por el contrario, el hecho de que no genere siempre el tipo humano que éste promueve, por tradiciones "irracionales" a las que coaccionarían las interdependencias humanas personales remanentes (familias, iglesias, etc.), y que perdurarían en la pobreza, por necesidad externa, ya que sin estas tradiciones no hay forma de sobrevivir. O sea: para estos socioliberales marcuseanos (humanistas seculares de pura cepa id est elitistas de la inhumanidad), la degradación humana que implica la pobreza en una sociedad industrial moderna, sería mala no porque degrade los lazos comunitarios (que lo hace), sino al revés: por volverlos necesarios como reacción marginal a una forma de subsistencia anti-comunitaria cuando no puede garantizar, valga la redundancia, la subsistencia misma. Esta reacción, espontánea, es posibilitada por una naturaleza humana (cuya socialización no es ni puede ser construida por las elecciones de los individuos) que debe ser (re)elegida, cuando la amenaza de la indigencia es de tal magnitud, que lleva a que la compulsión moderna al egoísmo sea superada por la necesidad de sobrevivir. Insisto y aclaro: sea esto como un paliativo para no morir de hambre, o por vivir de fuentes de subsistencia marginales al capitalismo.
La degradación de los lazos comunitarios debe venir, pues, para el modelo sueco, de la integración adecuada al tipo de acceso moderno al bienestar material e inmaterial, que se considera "libre" por generar más opciones, reduciendo a una el tipo de opciones como resultado de esa misma elección. Y, por sobre todo, para que no haya la opción real de elegir un lazo de dependencia personal que privaría del acceso positivo a esa libertad negativa, o sea: de vivir eligiendo entre mucha gente en Tinder con quien "mejor no casarse". En el fondo lo que esta chica no ve, y tanta gente como ella no ve (personas que logran ver el problema pero sin terminar de entenderlo y por ende intenta llegar a un punto medio), es que esta distopía es intencional e inherente al modelo sueco en tanto promotor de la lógica capitalista y las profesiones burguesas, a toda la vida personal, convirtiendo en virtud la necesidad de sobrevivir en soledad, y, en dirección inversa, acusando de necesidad a la virtud de la solidaridad natural. Es garantizar la libertad positiva al individualismo, para hacer imposible la libertad positiva al comunitarismo (en tanto crea lazos de dependencia personal, patriarcales, sexistas, etc.) Sin llegar a una idea de libertad positiva individualista como sus pares socioliberales, el propio Mises, un liberal dogmática y apriorísticamente de laissez faire, nos recordaba en El socialismo que la sociedad moderna debe romper no sólo con el dirigismo económico y/o el personal, sino con estas dependencias personales en tanto serían coacciones externas, incluso aunque emergieran naturalmente de la cultura de los que las integran. Está en la médula de la visión moderna, burguesa y burocrática, de las relaciones humanas, el confundir libertad con independencia (en un contexto de interdependencia material a un proceso social autónomo, sea en el mercado o con el Estado), con lo cual es imposible para ésta entender que las relaciones sociales de un individuo, incluso las que éste elija libremente para sí mismo, ya existen previamente, en un gran entramado de relaciones sociales, y que, por ende, el individuo no elige libremente nada desde sí mismo como isla, porque desde ésta no se puede edificar ningún tejido social: no se elige individuos para crear comunidades; se eligen personas entre relaciones comunitarias ya existentes, que exigen dependencia porque la generan. El amor no es amor porque haya dependencia material, sino que el amor lleva a la permanencia en la elección de aceptarlo, y luego del ok a la dependencia material para poder concretarse. El precio de tener algo de calidad es tener menos en cantidad, o, si se quiere algo más vulgar: "el que mucho abarca poco aprieta"; lección que bien podría resumir la falta de comunidad económica y la sociedad de masas de la modernidad... así como la total desintegración de toda comunión en nuestra líquida modernidad tardía. La interdependencia material de tipo personal, refleja que los vínculos de los hombres son personales e interdependientes, únicos, con lo cual lo que elegimos cuando elegimos a alguien en nuestros lazos afectivos, en última instancia, es la elección de un lugar en una comunidad ya existente, que no fue elegida. El amor es una dependencia afectiva para aquello que pasionalmente se ama, sea por afinidad o por pertenencia, y una historia compartida; un lugar en un rico tejido de vínculos orgánicos, que reflejan y hacen posible un folklore, que no es una suma de inventos individuales pero sí que es un reflejo único que se realiza en cada persona, y cuya ubicación en ese todo es lo que lo define. Este entramado tiene, en la sociedad moderna, un desgarramiento, dentro del cual la mayoría de las relaciones más distantes entre un individuo y otro, existen no entre personas concretas sino entre nodos de relaciones anónimas (Hayek dixit eh, no Marx ni Weber), y, fuera, en las partes no desgarradas, los vínculos, aun en forma bastante desintegrada, siguen siendo comunitarias, precapitalistas y preestatistas (familias, que aun siendo nucleares mantienen lazos entre familias, grupos de amigos, clubes, iglesias, organizaciones locales, etc.). En Suecia este desgarramiento es total, y los individuos deben lograr todos sus vínculos personales también vía mercados, lo cual es imposible en forma monetaria, por lo cual para sostener este mercado de relaciones extraeconómicas, debe suplirse la ausencia de beneficios (implícita en las mismas) mediante la asistencia estatal constante, de forma que la gente que debe mercar su vida privada para obtener vida social de otros mercaderes del capital humano, no se muera de hambre o desatención, aunque se muera de soledad y angustia. Por esto el Estado se encarga de cuidar a los ancianos para "liberarlos" de la dependencia para con sus hijos, ya que allí el individualismo del mercado, tanto económico como sexual, no tiene expectativas de ganancias. Saint-Exupéry jamás habría imaginado que las lecciones de El principito habrían sido rechazadas con tanta sistematicidad. (Probablemente sea que existió otro cuento entre los ideólogos del "amor contractual" sueco; una versión en negativo, que debe de haberse llamado algo así como El principito de este mundo.)
Como cierre abrupto, pasaré aquí un breve comentario apresurado sobre este mismo tema, lo más bajado a tierra y concreto que me fue posible, que hice para un amigo en un wasap, y que ayudará a alguno a entender mejor el asunto y, especialmente, a evitar algunas potenciales réplicas que pueden surgir desde un individualismo mal entendido, que, de tanto obviar que las relaciones sociales tienen una vida propia, ya son bastante obvias para cualquier sociólogo clásico, politólogo bien educado, o economista no vulgar:
Claro, aunque ahí está un poco el error. Veamos: el liberalismo, en sentido sociológico, e incluso en el sentido más propio de las ciencias económicas y políticas, es la cosmovisión contractual de las relaciones sociales, la separación total entre sociedad civil y sociedad política, la privatización de la cultura y la secularización de los espacios públicos y colectivos, axiología individualista, etc. Por ende, en tanto tal, es el opuesto, en una esquina, al comunitarismo (cosmovisión estatutaria de las relaciones sociales, distinción pero entrecruzamiento de sociedad civil y política, axiología corporativista, etc.), y en otra esquina, al totalitarismo (cosmovisión adjudicativa de las relaciones sociales, subordinación de la sociedad civil a la sociedad política, axiología colectivista, etc.). Pero, ojo, no hay que confundir eso con la díada laissez faire vs. dirigismo, ni tampoco esta última y la otra, con la díada capitalismo vs. estatismo (que a su vez forma un triángulo con la pléyade de variantes de las economías tradicionales, premodernas o de "aldea").
Ergo, el liberalismo económico se puede entender de diferentes formas, porque es la ideología de la libertad individual económica, pero esta libertad se puede entender de muchas formas: la libertad de tomar decisiones en el mercado o la libertad en sí de tomas decisiones (fuera o dentro del mercado, e incluso de elegir si hacerlo fuera o dentro), y a su vez la libertad de poder acceder a bienes (sea fuera o dentro del mercado).
El liberalismo, tomado en sí mismo, ontológica y deontológicamente, postula relaciones contractuales, y garantizar su voluntariedad, pero un socioliberal puede decirte que si la libertad contractual del mercado te perjudica la misma libertad de beneficiarte de ella, y si encima te hace dependiente del mercado, entonces tenés que poder tener un sustento por fuera de éste. Y así. Pero ambos son ideales liberales cuyo fin siempre está en realizar los objetivos de individuos que se vinculen contractualmente.
El asistencialismo anti-dependencia de Suecia (sea la dependencia al mercado o sea a su opuesto, las familias y esposos), se hace en función de asegurar esa libertad (obviamente sin la libertad de elegir una u otra). Y este ideal económico, aun opuesto (a medias) al laissez faire (con más o menos buenas razones), y opuesto (completamente) a la formación de familias como lugares donde terminarás sometido (con pésimas razones), es, en los fines, infinitamente más liberal todavía que lo de los ancaps, pero no es pro-laissez faire. Se permite laissez faire en aquello que haga independiente al hombre, y que realice todo lo posible (en lo social, económico, político, cultural, etc.) el ideal liberal de un individuo que pueda elegir en forma totalmente libre aunque después genere así un mundo donde no puede conseguir nada de lo que quiere. Si lo que no consigue implica que tiene menos independencia, ahí el Estado sí le ayuda, pero si lo que x individuo quiere conseguir es dependencia a cambio de otro fin que sea mejor que la libertad contractual, como el espacio comunitario de la familia, la Iglesia, el grupo de amigos, el club, las identidades locales, etc., entonces el liberal festeja. Por eso los liberales suecos parecen menos liberales por poner límites al laissez faire, pero en los fines son todavía más liberales que los puros de laissez faire, porque los últimos dan rienda suelta a un sistema social (el mercado) que destruye la familia (los vínculos jerárquicos y de obligaciones mutuas entre esposos así como entre padres e hijos), pero los socioliberales a lo sueco, si bien limitan ese mercado, no lo hacen para salvar la necesidad individual de familias, sino las posibilidades de elegir lo que otros ofrezcan en un mercado (o sea: intervienen en el mercado para salvar la posibilidad de elegir, no de tener en sí mismo), y por ende potencian artificialmente la destrucción de esas familias, ya que ven que si sos más pobre en el mercado, vas a buscar una red de contención familiar que se oponga al mercado de trabajo desregulado que te empobreció. Y entonces los suecos te pasan más plata, no para que te liberes de la lógica del mercado, sino para que puedas seguir eligiendo totalmente libre dentro de éste (libre en el mercado, no de elegir el mercado en sí, repito). O sea: nunca van a permitir que los "individuos" elijan un pacto de interdependencia que los satisfaga (porque aunque sea lo que buscan, si lo hacen luego podrán elegir menos, y no quieren esto aunque sea la única forma de encontrar una verdadera felicidad).
La trampa liberal está en que uno no puede elegir resultados ni relaciones, porque para que otros puedan elegir de la misma forma debe elegir sólo cosas (sean bienes o servicios sexuales o afectivos) que otros les cambien, y se confunde eso con que es lo mismo la libertad de elegir continuamente o con la libertad de elegir lo que se quiere. La naturaleza de la libertad individual moderna es el intercambio, no la libertad en otra parte. El intercambio puede estar regulado, pero para salvar que sigas pudiendo elegir. Incluso los liberales clásicos postulan poner límites al laissez faire cuando eso hace que individuos no tengan suficientes bienes materiales, pero no por su valor intrínseco para una posible vida mejor, sino para asegurar que sean independientes, como si así todo lo que eligieran fuera lo que quisieran. Los socioliberales hacen más énfasis en este punto, y se encargan de tutelar el mercado, pero no para anularlo, sino para potenciarlo en sus fines, más al nivel de la vida personal que al nivel de la vida laboral.
Como sea, la trampa, sea en liberales socialistas (Oppenheimer, Wieser), socioliberales o "liberals" (Stuart Mill, Keynes), liberales clásicos (Popper, Hayek), liberales de laissez faire o "neoliberales" (Friedman, North), está ahí: uno al elegir por separado de los demás individuos que eligen (a su vez por separado), generan condiciones, por las cuales se afecta el mismo mundo de lo que elegís. La paleta de posibilidades de elección aumenta cuantitativamente, pero se reduce en calidad. Si vos podés elegir entre miles de mujeres más, y las mujeres pueden elegir entre miles de hombre más, cada vez más hombres y mujeres buscan personas que no limiten su libertad de elección, y así terminan solos en Tinder. La felicidad que se busca pueda mejorar al poder elegir más, termina pateándose hacia adelante, porque cada elección, para encontrar algo que ofrezca pertenencia y seguridad, implica inmediatamente restringir el interés en elegir. Una relación feliz no es un vínculo que puedas andar comparando continuamente con otros y sacártelo de encima cuando algo te molesta. Y el problema es que, aunque todos buscaran en Tinder una relación de pertenencia para luego no andar eligiendo, ya la misma forma de buscar personas por "swipeo" hace que esperes que la otra persona busque lo mismo de vos: reemplazarte por algo mejor ante la menor falla. Por eso la libertad pensada así, lleva a que puedas elegir más entre personas relacionadas en red, pero no entre personas relacionadas comunitariamente (precisamente porque en estas últimas se ha puesto la seguridad en una persona que se la juegue por una elección específica, por encima de perpetuar la libertad de elección para no arriesgarse a buscar seguridad en el lugar equivocado). En nombre de ganar libertad de elegir se reduce la libertad de obtener, porque ambas partes eligiendo individualmente se perjudican entre sí, y cuanto más eligen libremente más modifican lo que deben ofrecerse mutuamente para conseguir otro. La libertad de elegir ser asalariado o ganar menos por vía de una empresa familiar o en una comunidad, lleva a que luego la empresa familiar quiebre y la comunidad se desintegre, y luego la elección se va haciendo cada vez más forzada, porque luego es elegir entre ser asalariado y arriesgarte a pasar hambre, y cuanto más elegís lo que te beneficia, más se potencia que eso que elegís te beneficie menos, pero que si no lo elegís te perjudiques más. Es como la libertad entre el usurero y el que pide prestado: cuanto más elegís al usurero porque te conviene a no pedir un préstamo, cada vez te benefician menos los futuros préstamos pero también te perjudica más no aceptarlos. Pero ese perjuicio no es "algo dado": salió de la misma relación social (proletarizante) que genera, o bien una "dependencia a un monopolio" (como con el usurero) o bien una "dependencia de clase" (como con el empresariado en conjunto, que así se va reduciendo, aunque nunca tanto como para que la reducción concomitante de los salarios lleve a que para sobrevivir se busque la subsistencia fuera del mercado de trabajo), que es precisamente el problema del trabajo en relación de dependencia cuando no se ponen reglas sindicales.
Bueno, el socioliberal al estilo sueco, esto último lo puede considerar, pero hasta ahí nomás le da la cabeza y el corazón, ya que toma en consideración el problema, no porque quiere que ganes más o seas menos explotado, sino porque considera que la trampa de la elección en ese caso te quita libertad individual de elegir nuevamente entre otras opciones contractuales. Pero en el otro caso, en el de elegir una vida comunitaria y familiar, ve que la elección atomizada no persiste luego de la elección, y entonces promueve que te quites de encima toda "dependencia personal", así que no le importa si todos se quedan más solos ni que se hayan reducido las posibilidades de elección por culpa de elegir por separado y en competencia, ya que les parece eso mejor que elegir estar "sometido" a las dependencias inevitables de las obligaciones mutuas permanentes (y buenas a mi juicio, porque son estatutarias en vez de contractuales) que generan y posibilitan las familias.


